Los nuestros

Friday, October 12, 2007

Sylvia Miranda (Prom 83) Escritora y doctora en Literatura hispanoamericana


Sylvia Miranda (83) , es escritora y doctora en Literatura hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Ha escrito varios libros de poemas y Memorias de Manu(Lima: Banco Central de Reserva, 1998) es su novela más importante. En esta ocasión nos ofrece una reseña del poeta español MARCOS ANA
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Marcos Ana, la vida como una luminosa resistencia

Por Sylvia Miranda L.
Escritora y doctora en Literatura hispanoamericana

Decidme cómo es un árbol, memoria de la prisión y la vida, es un libro largamente esperado. Su existencia abre una nueva ventana que deja entrar los rayos más cargados de una vieja aurora, la historia de las pasiones y los dolores de una España republicana, contada desde la vida excepcional de Marcos Ana. La vida como una encadenada resistencia. Una ventana llena de rostros y de sufrimientos que alumbra oscuras cárceles para mostrar, desde la propia experiencia y la sensibilidad de un poeta, que allí donde todo negó la vida, ésta se acendró en la dignidad y la esperanza.

Marcos Ana pasó 23 años consecutivos en las cárceles franquistas, entró con 19 años y salió con 41, como él mismo declara “Llegué tarde a mi juventud”. Sin embargo, lo que nos cuenta es justamente el resultado de una juventud vivida intensamente, reverdecida y decantada por el prisma del tiempo. A sus 87 años su escritura ha conservado la frescura, el vigor, la pasión, de esos días que sembraron en tantos hombres y mujeres los ideales más altos de la solidaridad y resistencia frente al fascismo. Por las páginas de estas memorias pasan las angustias del final de la guerra civil, las historias individuales, no sólo la del poeta sino la de muchos compañeros que dejaron su vida en esas frías madrugadas frente al pelotón de fusilamiento. Marcos Ana, torturado, condenado dos veces a la pena de muerte, sabe lo que es esperar cada noche no oír nombrar su nombre, sabe de los abrazos de los que se iban y no volverían más, sabe del irrecuperable dolor de sus familias, y nos deja el testimonio de esos instantes, del valor, del temblor de la carne y de la fe que los sostenían.

Su relato nos transporta a la vida cotidiana de las prisiones que conoció, Porlier, Ocaña, Alcalá de Henares, Burgos. A través de distintas anécdotas, nos habla de los patios de las cárceles, de las notas de capilla, último rastro de los que se enfrentaron a la muerte, del temor absoluto a perder la razón, de las esperadas visitas, de los mercadillos de huesos de aceitunas de los prisioneros andaluces, de los pintores y poetas, de las monjas de la enfermería, de las cartas de amor, del sadismo de ciertos guardianes, de las humillaciones, pero también de todas las formas de resistencia, del humor, de las canciones y coplillas que inventaban, de la esperanza, de los amores epistolares, de los libros que entraban clandestinamente, como el Canto general de Neruda, los poemas de Alberti, las cartas de María Teresa León, camuflados entre las paginas de misales o las obras de Menéndez Pidal.

En esta oscuridad luminosa empezó sus primeros poemas Marcos Ana en una celda de castigo de la prisión de Burgos. “Los amigos me pasaron lecturas, introduciendo en mi petate unas hojas sueltas con poemas de Alberti, Neruda, Machado… Los leía y releía mil veces. Me los aprendí de memoria y me los recitaba en voz alta, llenando de ritmo y de imágenes la soledad y el silencio de mi celda. Y, en aquel clima, comencé a escribir, o a construir memorizando, sin apenas conocer la carpintería del poema, dejándome llevar por una cadencia musical que subía de mí mismo.” Estos textos fueron saliendo clandestinamente al exterior, escritos en papeles de fumar o memorizados por presos que salían en libertad, y se constituyeron en símbolos latentes de esa España secuestrada.

Poemas como “Mi corazón es patio”, “Te llamo desde un muro”, “La vida”, “Prisión central”, “España”, “Autobiografía”, recorrieron el mundo llevando la voz de los presos políticos. Versos como “Mi vida / os la puedo contar en dos palabras: / Un patio. / Y un trocito de cielo / por donde a veces pasan / una nube perdida / y algún pájaro huyendo de sus alas.”, estremecieron y sensibilizaron a la comunidad internacional sobre la situación de los presos políticos españoles y se convirtieron en arengas y canciones que exigían la amnistía.

A finales de los años cincuenta, al interior de la prisión de Burgos, nació La Aldaba, tertulia literaria clandestina, que tenía una pequeña revista del mismo nombre. Escrita a mano, con letra de hormiga, ella testimonia el esfuerzo por canalizar las inquietudes artísticas, las ansias por expresar sus propias existencias. Su homenaje más sentido fue el que, en octubre de 1960, rindieron al poeta de la cárcel por excelencia, Miguel Hernández. Texto dramático, “a voz ahogada”, escrito y representado bajo el titulo de “Sino sangriento”.

En noviembre de 1961, después de una sostenida campaña internacional, un decreto de amnistía, muy excluyente, devuelve la libertad a Marcos Ana. Sus memorias de esta época nos relatan los albores de la libertad, el gozo y las inhibiciones de un “parachutado” en la vida. Muestran también el otro lado del muro, la vida clandestina al interior de la patria y el rostro de la solidaridad con el pueblo español en Europa e Hispanoamérica.

Estas páginas siguen declarando la pasión de una vida llena cuyo destino no podía ser otro que el de transformarse en una leyenda, de resumir en sí el rostro de los que quedaron al interior del muro. Nos situamos frente a un libro que da la medida de un hombre completo, como afirma José Saramago en su prólogo. Recorremos con él la vorágine de su camino en post de la libertad de los presos políticos, participamos del entusiasmo de la Francia movilizada de los años sesenta, de las actividades de Socorro Popular Francés, de los comités de ayudas internacionales en Holanda, Italia, Dinamarca, Suecia, Bélgica, de las relaciones con la URSS, de los movimientos universitarios, de la constitución y activismo del CISE, de la indignación internacional por el proceso de Julián Grimau, de la organización de FIR (Federación Internacional de Resistentes) y las Brigadas Internacionales.

Lo seguimos por sus viajes, por los descubrimientos de esas dimensiones de un hombre vuelto a la vida, la visión de los paisajes, la ansiedad de sus primeros amores, la activa vida política del partido comunista, la fraternidad de los exiliados, la constitución de su familia, los nuevos amigos, la experiencia del compromiso solidario, la realización de los anhelados encuentros. Su campaña por la amnistía de los presos lo llevó en 1963 por América, primero Cuba y luego los países del cono sur: Brasil, Uruguay, Chile y Argentina. Son testimonios de excepción sus encuentros con Fidel Castro, El Ché Guevara, Luis Carlos Prestes, Jorge Amado, Juana de Ibarbourou, Salvador Allende, Matilde y Pablo Neruda, sobre todo la emotiva noche en Isla Negra, los recuerdos prestados de la joven poeta Sara Vial en Valparaíso, el reencuentro con el poeta español, y argentino de adopción, Alberto Quesada, el homenaje en el Luna Park de Buenos Aires.

Este largo e intenso relato concluye en los años 70 con “El principio del fin”, la muerte de Franco, la vuelta a la democracia, sus tensiones, sus riesgos y sus esperanzas. Cierran este libro apasionante unas “Reflexiones finales” que subrayan el momento en que Marcos Ana pone este libro en nuestras manos: “quizás no debemos contar la vida por años, sino por la intensidad con que la hemos vivido. Y los años sufridos en prisión fueron más ganados que perdidos, pues los viví con tanta pasión en aquel crisol de dignidad, que dieron una dimensión especial y un sentido más profundo a mi existencia. Pero el tiempo, mi tiempo, se va, no puedo negociar con él, ni detenerle, me agarro a sus crines y me arrastra desbocado y silencioso hacia el final de la vida.” Marcos Ana abriga estas memorias a la sombra de un verso suyo, que es también una pregunta abierta todos, Decidme cómo es un árbol, respondamos esta vez sin dudas abriendo las puertas al campo.

Madrid, septiembre de 2007

http://www.marcos-ana.com/?p=41#more-41

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Hola Silvia, que lindo saber de ti despuès de tanto tiempo y que eres toda una escritora te felicito, espero que los éxitos continuen te mereces esto y mucho mas.
Un fuerte abrazo y besos y felicitaciones nuevamente

tuya amiga y excompañera del cole

Gina

5:02 PM  
Blogger Socrates said...

Srta. Sylvia Miranda.

Querida amiga. Te envío desde Perú, un cordial saludo y abrazo fraterno.

Soy Oscar Alvarado.

Necesito preguntarte si tienes ganas de prologar una novela, que contra todo pronóstico, me atreví a escribir. Estoy en facebook: ospalc@yahoo.es.

Dios te conserve en salud y con muchas bendiciones.
Oscar.

Psdata. Veo a través de tu escrito que aún conservas un profundo interés en los temas humanos y de cierto compromiso ideológico y político. Espero que la vida te de lo que buscas, con sabiduría y felicidad.

3:28 PM  
Blogger Unknown said...

Hola hay alguna forma de conseguir memorias de manu en Perú?

1:30 PM  

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